19 de febrero de 2018

Tortitas de Carnaval



La entrada que tenía preparada para esta semana era otra bien diferente, pero tras una petición especial que me llegó de Marieta, traigo hoy las Tortitas de Carnaval que hacemos en casa.
Te aseguro que en esta ocasión me he tenido que dar un punto en la boca para no abalanzarme sobre el plato. En cuanto encuentre mi lámpara de Aladino, le pido al genio gruñón que vive dentro, el deseo de no tener que contar calorías ni engordar por mucho que le de al diente.

Todavía andamos de Carnaval. En las Capitales de las Islas ya se celebró el concurso de murgas, fue elegida la Reina del Carnaval y la semana pasada tuvimos el día grande con su Coso y su posterior Entierro de la Sardina. Pero todavía queda que siga la fiesta en todos los pueblos. Así que a poco que nos descuidemos, estaremos quitándonos la purpurina y guardando los disfraces casi, con las torrijas de Semana Santa. En el fondo la vida es como las bambalinas de cualquier teatro, siempre con prisas para cambiar el atrezzo porque se acabo la función casi sin darnos cuenta y hay que organizar la siguiente.

Y poniéndonos en situación, habrá que aclarar que los Carnavales antiguamente no eran para nada como los que conocemos hoy en día. Todos sabemos que estuvieron prohibidos durante décadas y se les enmascaró con la denominación de "Fiestas de Invierno". No fueron hasta los años 80 que se organizaron de forma profesional.

Si preguntas a la gente mayor (octogenarios sobre todo) te explicarán que los disfraces consistían en ponerse ropas que estuvieran por casa. Eran días de buscar en armarios, maletas, baúles y altillos  . . . sacar las enaguas, faldas, velos, tocados, sombreros y hasta los pantalones del abuelo. Los hombres acostumbraban a vestirse de mujer y pintarse los labios de rojo, las mujeres hacían lo propio y se disfrazaban de hombres en muchas ocasiones; simulando un buen  bigote tras haber quemado un corcho.



Por supuesto las ganas de fiesta y pasarlo bien primaban, así que se reunían en serenatas e iban de casa en casa donde se les ofrecía las tortitas de carnaval. Se lo pasaban estupendamente reconociendo a este o aquél vecino disfrazado de aquella guisa.
Los niños también disfrutaban de la fiesta, aunque lo hacían de día. Disfrazados iban por las puertas a pedir "huevitos" con los que después se preparaban las tortitas en casa.
Hoy todo ha cambiado evidentemente, mi generación entiende la Fiesta de Carnaval como una explosión de color, desfiles, plumas, carrozas, murgas, pasacalles, batucadas y mascaritas.

Y centrándonos en la gastronomía, te cuento que la repostería de esta época no compite en las Dulcerías porque es casera. Eso si, no esperes una receta única, porque cada familia le da su toque o lo adapta al gusto, aunque la base sea la misma. Desde quien le añade pan remojado en leche, hasta quien utiliza solamente harina; cambia el anís por ron o incluye calabaza, todas las opciones están riquísimas. No deja de ser una receta de aprovechamiento a la que se le dio un giro festivo. Aunque lleve la coletilla de "carnaval" en el nombre, se hacen en cualquier otro momento del año, hasta para desayunar un Domingo y alegrar a la familia.

Hoy te propongo una forma sencilla de hacerlas. Lo mejor es que siempre se comen en compañía y no faltan las risas en momentos como estos.

¿Te vienes a mi cocina a tomar alguna?




 {24 Tortitas}

2 Huevos L 
100 grs Harina de trigo
75 grs Pan duro
100 grs Azúcar
150 Leche entera
 1 Chupito de Anís dulce
1/2 cta Canela molida
Ralladura de limón
1 cta Matalauva
Aceite de oliva para freír


 




- En un cuenco ponemos el pan en trozos pequeños. Le añadimos la leche y el chupito de anís dulce.
- Dejamos que se reblandezca y reservamos.
- Añadimos los granos de anís (matalauva) en un mortero y molemos ligeramente.
- En un cuenco batimos las dos claras hasta punto de nieve.
- Añadimos el azúcar y las yemas, mezclamos bien.
 - Incorporamos la ralladura de limón, la canela y los granos de anís.
 - Añadimos la harina en tres veces, mezclamos bien antes de seguir la siguiente tanda.
 - Una vez todo mezclado, batimos el pan que teníamos en remojo y lo incorporamos a la masa.
 - Debe quedar una papilla espesa que dejaremos reposar un rato.
 - Calentamos abundante aceite de oliva en una sartén.
 - Con un cucharón (las salseras para este paso son estupendas) ve dejando caer masa para formar cada una de las tortitas.
 - Cuando las veas con color por un lado, le das la vuelta con ayuda de dos tenedores.
 - Ve sacándolas con un tenedor para eliminar aceite. Los trocitos que se vayan quedando en el aceite los retiras para que no requemen el aceite. Tienen que quedar tostaditas para que se hagan bien por dentro.
 - Las dejas sobre papel de cocina hasta que termines de freírlas todas.

Tan solo queda emplatar y llevar a la mesa. 
Deja que cada uno le ponga la miel que guste, y a comer.

         Cuando sobran algunas, me gusta "secuestrarlas" y dejarlas a buen recaudo. Al día siguiente migadas en el café con leche están de muerte  . . . con ese saborcito a anís . . . me estoy derritiendo ahora mismo.
 

   
Eso es todo por hoy, nos vemos en unos días.
Hasta entonces, espero que seas feliz.